Lo primero de todo, hay que empezar
describiendo qué es un Libro Blanco. Pues se podría resumir como un
documento cuyo objetivo es explicar de forma detallada un determinado tema para
que los lectores puedan tener información, aclarar dudas o, incluso, resolver
algún problema.
Pues centrándonos en el Libro Blanco del
que trata este post, decir que fue escrito por José Antonio Marina, por encargo
del Ministerio de Educación, en el año 2015. Este hecho causó gran revuelo ya
que ¿tenía que ser un filósofo quién hiciera este tipo de trabajo? Realmente
más que este tema, la revuelta vino por lo que la había precedido (fin etapa
como ministro de educación a Wert…). Pero como dijo Francisco Umbral “Yo he venido a hablar de mi libro” (y
nunca mejor dicho) así que vamos a centrarnos en él y su contenido.
El análisis contenido se divide en dos
grupos, los docentes y la transformación del sistema educativo y cómo
gestionarla. Si analizamos el segundo grupo, hay que resumir que se describen
veinte propuestas que tienen como fin el convertir a la profesión docente en una
“profesión de élite” (p.7), capaz de responder al nuevo protagonismo y las
nuevas responsabilidades que debe adquirir la escuela.
El punto más comentado, es la propuesta de
la formación de los docentes articulada en tres etapas:
- Formación de grado + prueba para acceso en
el proceso de especialización docente.
- Máster teórico-práctico de un año de
duración.
- Periodo de formación de tres años, como si
fuera un “MIR educativo”, durante el cual tendrían la condición de Docentes en
Prácticas (DEP).
Tras esto, aquéllos docentes que deseasen
ingresar en la función pública docente deberían superar una evaluación final
para comprobar la adquisición de las capacidades necesarias para el desempeño
de la tarea docente.
Como he comentado, esta fue la propuesta
más debatida, pero hay muchas más. En mi caso, os comparto la decimoctava que
fue la que tuvimos que comentar en clase:
DECIMOCTAVA PROPUESTA
Todo cambio produce mecanismos de autodefensa, que hay
que desarmar. Por ello, es preciso convencer a los docentes en activo de la
transcendental y difícil tarea que les toca asumir. Para conseguirlo va a ser
necesario aprender cosas nuevas, convencerse de que son capaces de hacerlo, y
de que con las transformaciones deseables su estatus va a mejorar, y no a
empeorar. Por ello, proponemos una campaña de sensibilización dirigida a los
docentes y también dirigida a la sociedad, para mostrar que los docentes estamos
dispuestos a cumplir con las necesidades educativas que la sociedad tiene, y recabar
de ella las ayudas y la colaboración necesaria. Como dice el proverbio africano
“Para educar a un niño hace falta la tribu entera”, y deberíamos conseguir que
una movilización educativa, encabezada por los docentes, asegurara el futuro
educativo de todos nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
En mi opinión puedo decir que, por supuesto
que la calidad educativa depende de los docentes y, efectivamente, una de las
primeras premisas que tiene que haber es que tienen que facilitarles una
formación durante toda su carrera profesional, pero, como en cualquier otro
trabajo, aunque esta sea un profesión muy vocacional, se les tiene que motivar,
recompensar, dar facilidades, medios, apoyo, reconocimiento… entre otras muchas
cosas, para que puedan seguir con tanto afecto ejerciendo esta profesión.
¿Prácticas para formarles antes de empezar
su recorrido docente? Claro, que sí, como en cualquier otra profesión, y no
tanta teoría. Eso sí, con un poco de sentido común y que no se "quemen" antes de
empezar a ejercer ya que, muchas veces, los exámenes solamente causan frustración
y no reflejan la realidad del conocimiento y las capacidades.
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